sábado, 12 de noviembre de 2011

Capitulo 1


1. REALIDAD INTERRUMPIDA

Abby despertó ese lunes con el mismo pensamiento de siempre: ¡Ojala fuera domingo! El reloj marcaba las 8 de la mañana y sabía perfectamente que debía levantarse o no llegaría a tiempo a su trabajo, pero eso no le impidió que volviera a taparse con las sabanas.

A los pocos segundos sintió una corriente de frio y se sentó en la mullida cama, solo para percatarse de que Derek, su novio, la había destapado a propósito.

_ Arriba dormilona, es tarde –le dijo sonriente a modo de saludo.

Abby lo contemplo mientras él caminaba hacia la cocina para hacer el desayuno. Alto, rubio, de ojos color miel y con un brillante futuro como abogado por delante, Derek era lo que toda chica podría llegar a desear. Ambos se habían conocido en el primer año de la secundaria mientras participaban en el equipo de debates. La atracción había sido instantánea y ya llevaban cinco años juntos, incluido uno de convivencia.

El cómodo departamento que alquilaban entre los dos estaba elegantemente ordenado e impecable, gracias a la naturaleza organizada de él y a la aceptación de ella. A Abby le gustaba todo lo colorido, y le hubiese encantado mezclar distinta culturas en la decoración, pero de haberlo hecho todo el mundo pensaría que se había vuelto loca.

Al terminar el colegio había decidido que quería viajar a la India y se los había comentado a su novio dos días antes de comenzar en a trabajar en el aburrido banco de su padre. De verdad creía que Derek entendería su cambio, pero él siempre había pensado que todo debía de estar organizado o nunca funcionaria. En ese entonces, había tomado en cuenta el consejo de Derek y había dejado pasar su sueño. Pero unos meses atrás había sugerido dejar todo y largarse por allí, a recorrer Europa y él había contestado que solo una persona desequilibrada se iría a cualquier parte de mochilero.

A decir verdad, esta fase suya de sistematización le había encantado años atrás, pero últimamente él había dejado escapar insinuaciones de matrimonio y ella se había encontrado en una encrucijada: ¿realmente quería pasar el resto de su vida con alguien tan… ajustado a las reglas? Abby había representado a la hija y novia perfecta tanto tiempo que ahora lo que necesitaba en su vida era aventura, y sabía muy bien que no la conseguiría de Derek.

_ ¿Quieres té o café? –pregunto él, sacándola de sus reflexiones.

_ Oh, cualquiera de los dos estaría bien.

_ No, no lo está. ¿Te daría lo mismo morir de vieja que atropellada por un auto? No, pues bien, no es lo mismo beber té que café.

Abby lo miro atontada, pensando que tenía que ver una cosa con la otra.

_ Tomare lo mismo que tu –contesto luego de unos segundos.

_ Muy bien, pero luego no te quejes si no es lo que querías.

_ ¿Debemos tener esta conversación todos los días? –Pregunto ella algo molesta a la vez que se levantaba-. Ya estoy algo cansada de escuchar tus críticas sin fin.

_ No es mi culpa si eres una indecisa, cielo.

Abby camino hasta el baño y suspiro. ¿De veras podía compartir su vida con alguien así? Amaba a Derek, en verdad que sí, pero su capacidad para analizar, ordenar y criticar todo había dejado de ser llamativa e interesante para convertirse en una completa molestia. Se puso su traje azul marino y fue hasta el espejo del living a peinarse y maquillarse sin decir una palabra. A veces era mejor el silencio.

Derek noto su enojo y la siguió con una taza de café en la mano. Mientras Abby peinaba su ondulado cabello, la tomo por la cintura con su mano y libre y susurro un “discúlpame” en su oído, para luego darle un beso en la mejilla.

_ No importa, de veras.

_ ¿De verdad no estas enojada?

_ No, no lo estoy –contesto ella.

_ Entonces quédate aquí un momento, ya regreso.

Derek dejo la taza en sus manos y corrió hacia el armario. Tomo algo de uno de sus sacos y regreso a toda velocidad.

_ Sé que tal vez debería haber hecho esto hace meses y que probablemente ya lo estarás esperando, pero quería estar realmente seguro.

_ ¿Seguro de que? –pregunto ella con un nudo en la garganta.

_ De muchas cosas. Debes saber que para tomare esta decisión tuve en cuenta muchos factores. La larga relación que tenemos, la cantidad de discusiones que hemos tenido en este tiempo, tu relación con mi familia y al revés y el futuro económico de ambos. Ah! También he pensado que esto es lo que se espera de personas como nosotros.

_ ¿Personas como nosotros?

_ Si, ya sabes. Una pareja de varios años, con trabajos estables y esas cosas. Después de mucho análisis decidí que este era el paso más sabio en nuestra relación.

Dicho esto, se arrodillo y puso una cajita de terciopelo negro delante de ella. La abrió y allí estaba: el temor más grande de Abby hecho realidad, en forma de un anillo de diamantes.

_ Abigail Laurens, ¿te casarías conmigo?

Abby no podía respirar. Se suponía que eso era lo que todas las mujeres querían escuchar, pero en su interior sintió que algo andaba mal.

_ ¿Abby? Se supone que tienes que contestarme.

_ Ehh... Yo… No lo sé.

_ ¿Cómo que no lo sabes? ¡¿Llevamos juntos cinco años y no sabes si quieres casarte conmigo?!

_ Así es. No, espera. No estaba lista para escucharlo. Necesito tiempo, eso es todo. ¿Podrías irte?

_ ¿Irme? –pregunto él anonadado.

_ Sí. Irte. Necesito pensar, ya te lo dije.

Lo levanto de un brazo y lo condujo hacia el pasillo, agradeciendo el hecho de que ya estuviera vestido decentemente. Abrió la puerta, lo saco afuera sin prestar atención a su cara de sorpresa y cerro con todas sus fuerzas.

_ Oye, Abby, ¿te encuentras bien? –lo escucho decir a través de la puerta.

_ Sí, sí... Solo… tu solo vete, por favor.

No escucho ninguna respuesta, por lo que supuso que se habría enojado. Y con toda razón, se dijo a sí misma. Había echado a su novio de años segundos después de que él le propusiera matrimonio. Cualquiera que la hubiese visto diría que estaba loca. Pero no, ella no estaba segura y no respondería semejante pregunta hasta saber bien que es lo que quería. Por el momento, se limitó a llamar al banco diciendo que se sentía enferma y se acurruco en su cama. Control remoto en mano, prendió el DVD y se perdió en su serie favorita de todos los tiempos: Sailor Moon.

Había descubierto el anime cuando tenía diez años y ahora, una década después, era una fanática inigualable. Derek criticaba (como casi siempre) su casi obsesión por unos simples "dibujos animados”, pero era solo porque no la entendía. Para ella, las graciosas situaciones en las que Serena se metía, la locuacidad de Mina, los inesperados finales y los sacrificios de Darien por Serena eran cosas inalcanzables. Estaba atada a un futuro con hombre predecible y para nada misterioso, al que jamás se le ocurriría ponerse delante de una espada para evitar que la mataran. Por esa razón, usaba al anime con escape, y cada vez que miraba alguna escena se imaginaba a ella misma en esa situación.

Ahora, luego de tan confuso espectáculo, necesitaba olvidarse de todo por un buen rato, y las Sailor Scouts eran las únicas que lograrían ese objetivo. Selecciono el capítulo 34, donde Darien daba su vida por Serena luego de descubrir que ella era Sailor Moon. Abby sonrió al pensar en él. Daría lo que fuera por tener a alguien como Darien a su lado. Quizás no lo demostraba tan seguido, pero amaba a Serena con todas sus fuerzas y no dudaba un segundo en protegerla, sin importarle lo poco que se conocieran, o cualquier otra variable que Derek habría utilizado de haber estado en su lugar. Ahí fue cuando se dio cuenta: quería a alguien que la quisiera porque sí. No debido a su larga relación, ni a su familia, su futuro o porque era lo que se esperaba de personas como ellos. Quería a alguien que le dijera que ella era la mujer con la que quisiera pasar el resto de su vida… quería a alguien como Darien.

Luego de esta epifanía, decidió que lo justo era decirle a Derek la verdad. Si estaba lista para casarse, solo que no quería casarse con él. Tomo el teléfono, marco su número de celular y espero. Luego de seis tonos atendió el contestador y ella hablo, pidiéndole que vaya a verla en cuanto escuchara el mensaje.

Al cortar, Serena estaba llorando con Darien/Endymion a sus pies. Se acurruco junto a la almohada, pensando en la suerte de la protagonista, quien al menos tenía alguien como él. Las lágrimas resbalaron por sus mejillas y Abby solo susurro dos frases antes de cerrar sus ojos.

_ Me gustaría encontrarte, Darien. Realmente me encantaría…

[...]

El despertador sonó y Abby alargo la mano hacia la mesa de luz para apagarlo. Busco, pero no encontró nada, por lo que supuso que lo había tirado como tantas otras veces. Revolvió las sabanas hasta salir a la superficie y miro. Allí donde debía estar su mesita de noche, se encontró con una pared de color rosa. Frunció el ceño, recordando que su habitación no tenía nada de rosa, ya que Derek aborrecía ese color. Se levantó y miro a su alrededor. Se encontraba en una habitación decorada con imágenes de lunas y estrellas y paredes de color rosa. Las cortinas, blancas, apenas tapaban el sol, que entraba brillante iluminando por completo el lugar. O estaba soñando, o la habían cambiado de departamento mientras dormía. Como la primera opción era la más cercana a la verdad, se limitó a volverse a acostar, esperando salir de ese confuso sueño. Estaba a punto de cerrar sus ojos cuando la puerta de la habitación se abrió.

_ ¡Qué bueno que has despertado! Jamás conocí a alguien que durmiera tanto como yo, pero supongo que me había olvidado de ti, prima.

_ ¿Prima? Yo no tengo ninguna prima –contesto ella a la chica que había aparecido, también producto de su imaginación.

_ Abby, ¿cómo puedes decir eso? Ya, levántate, llegaremos tarde y esta vez no será culpa mía.

La desconocida la obligo a levantarse y, al mirarla bien, Abby se quedó helada. Delante de ella tenía a una jovencita de 16 años, vestida con una remera blanca, pollera azul y zapatos azules, el uniforme escolar. Tenía el cabello rubio y lo llevaba atado en dos coletas. Sus ojos celestes la miraban preocupada.

_ Abby, ¿te encuentras bien?

_ No es posible –murmuro ella mientras volvía a acostarse-. Debo estar soñando, claro que sí.

_ ¡Ya deja de decir tonterías y levántate! Llegaremos tarde y no puedo darme ese lujo otra vez o la maestra me matara.

_ No, no lo hare. Estoy soñando y tengo que despertar inmediatamente.

_ No es un sueño, ¡mira! –dijo pellizcándola con fuerza.

_ ¡Ayyyyy!!!!

_ ¿Ya lo ves? Deja de ser tan quejica y vístete, debemos ir a la escuela y culpa tuya iremos sin desayunar. Luego no te quejes cuando me coma tu almuerzo.

_ Pe-pero yo... tu… No puedo estar aquí, contigo… ¡Tú eres Serena! ¡Serena Tsukino!

_ No, ¡si soy Sailor V! Pues claro que soy Serena. Y tú, querida prima, deberías dejar de decir tantas tonterías. Levántate y vístete, te esperare abajo. Si no vienes en cinco minutos, me iré sin ti.

Abby la vio darle la espalda y bajar indignada. Era imposible. Tenía que ser un sueño… o una pesadilla, aun no estaba segura. De lo único que si lo estaba era que aquello no podía estar pasando. Era totalmente incoherente. Ella no podía estar allí… era imposible que la haya despertado la propia Sailor Moon.

sábado, 22 de octubre de 2011

Introducción

Nadie podría decir que la vida de Abby fuese diferente a la de los demás. Tenía un trabajo estable en un banco respetable, un departamento que lograba pagar mes a mes y un novio que si bien no era perfecto, estaba bien. Sin embargo, no podía evitar sentir que algo no andaba bien. Había días en los que simplemente se sentía agobiada por el mundo y solo había una forma de escapar de la locura de la ciudad: Sailor Moon. Había visto el anime cuando tenía 10 años y su fanatismo había aumentado con la edad. Ahora, una década después la única cosa que evitaba que saliera corriendo de allí era sumergirse en el anime, el manga o incluso en las geniales historias creadas por otras fans. Solo sus amigas más cercanas y su novio, Derek, lo sabían; y a pesar que no dejaban de repetirle que ya era demasiado grande para esos “dibujitos”, Abby seguía encantada con las aventuras de Serena y sus amigas. Por más que hubiera visto cada capítulo más de mil veces y que se supiera los diálogos de memoria, no paraba de emocionarse con cada palabra de aliento, cada emoción, cada beso...

Porque si a Serena la admiraba, de Darien estaba completa y locamente enamorada. Pero, después de todo, ¿qué fan no lo estaría? Su seriedad, el color negro de sus cabellos, sus celos (que los mostro solo en un par de capítulos, pero valen igual) y aquellos profundos ojos azules podían enamorar a quien el quisiera. Envidiaba a Serena, sin siquiera detenerse a pensar que solo eran personajes ficticios.

Sin embargo, una noche, su mundo se invirtió patas arriba cuando, de un momento a otro, se encontró en el mundo con el que había soñado miles de veces.

Sin saber si es un sueño o la pura realidad, Abby se adentrara en la cuidad de Tokio para encontrarse cara a cara con las sailor scouts y los demás. ¿Pero que pasara cuando, debido a su interrupción, las cosas no terminen como en verdad deberían hacerlo?